Curso que recopila toda la información básica acerca del ayuno, e introduce en conocimientos más avanzados, dirigidos a la práctica profesional.
Karmelo Bizkarra
médico
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El ayuno despierta la capacidad de curación inherente al organismo humano. La energía que se ahorra en la digestión se canaliza hacia la curación. El ayuno es ‘terapia magna’.
La salud no es un acto médico, es un proceso biológico: es el cuerpo el que se cura mientras está ayunando. La salud es una conquista y el ayuno favorece la curación del organismo y al mismo tiempo la expansión de la consciencia.
El ayuno prolonga y mejora la calidad de vida, restablece la bioquímica, favorece la homeostasis y ayuda en la curación de enfermedades graves, entre ellas los tumores. Aumenta la diversidad o variabilidad de la microbiota.
Los beneficios de la reducción calórica se conocen desde muy antiguo. El ayuno optimiza la salud, retrasa el envejecimiento y ayuda a reducir el peso. A través del ayuno el cuerpo elimina las sustancias de desecho y todo lo que no es vital para su correcto funcionamiento.
Durante el ayuno se produce una hipoglucemia fisiológica: se elimina el exceso de radicales libres y facilita la apoptosis (muerte celular programada) o autolisis de las células. Se trata una regeneración celular llamada también autofagia.
Los cuatro órganos de eliminación -aparato digestivo, aparato respiratorio, sistema urinario y la piel- se activan con el ayuno, al igual que el sistema circulatorio y el sistema linfático como vías de comunicación. A través de ellos se eliminan las sustancias tóxicas que se depositan en los tejidos grasos.
En la primera fase del ayuno se produce la glucólisis, se consume glucosa, luego se produce la lipólisis, el catabolismo de los ácidos grasos por la vía especial de los cuerpos cetónicos (cetogénesis). La aparición de cuerpos cetónicos es máxima a partir del segundo o tercer día de ayuno.
Durante la práctica del ayuno el cuerpo busca su equilibrio u homeostasis interna, y nuestro “médico interior” nos guía en este camino. Los procesos de catabolismo y anabolismo a lo largo del día tienen un papel fundamental en el equilibrio y la salud del organismo.
El ayuno, a parte de la desintoxicación corporal, ayuda en el equilibrio emocional y en la descontaminación mental, y aumenta la consciencia. Místicos de todas las tradiciones han practicado el ayuno como camino para la autoconsciencia y el despertar.
El ayuno restablece la bioquímica del cuerpo y la energía vital. Se eliminan las toxinas y se regenera el organismo: se repara el sistema digestivo, la mucosa intestinal y las enzimas. El ayuno tiene un efecto anticoagulante esencial para prevenir trastornos cardiacos o cerebrales ocasionados por la trombosis.
Es recomendable entrar y salir de un ayuno poco a poco, atender el estado de hidratación y estar en descanso. Entramos con frutas y salimos con caldo de verduras, o fruta acuosa, luego ensaladas o crudos, verduras y por un régimen en el que se tiene en cuenta la compatibilidad de alimentos.
Para las personas sanas lo recomendable es un ayuno de entre siete y diez días al año. Se puede hacer también un ayuno de seguridad, con caldos o zumos. El ayuno está contraindicado en casos de perforación gastrointestinal, tuberculosis diseminada, insuficiencia renal grave o metástasis diseminada del cáncer.
En el ayuno se regenera y se revitaliza el organismo y se despiertan las fuerzas formativas; el cuerpo energético repara lo que está enfermo. Nuestro metabolismo desciende un tercio durante el periodo de ayuno.
A lo largo de la humanidad muchas culturas han practicado el ayuno como vía de desintoxicación y camino de despertar espiritual. Los médicos de la antigüedad contemplaban el ayuno como un gran método de curación ante la enfermedad.
En la historia contemporánea el ayuno ha sido recuperado como herramienta terapéutica especialmente por la teoría de la higiene vital. Desde Isaac Jennings hasta H.M. Shelton, quien hizo una gran recopilación del sistema higienista.
En la historia contemporánea el ayuno ha sido recuperado como herramienta terapéutica especialmente por la teoría de la higiene vital. Desde Isaac Jennings hasta H.M. Shelton, quien hizo una gran recopilación del sistema higienista.
El ayuno elimina las toxinas que se depositan en los tejidos grasos del organismo y elimina el exceso de radicales libres. Asimismo, estimula la producción de células madre para regenerar los tejidos previniendo la enfermedad y favoreciendo la salud.
En la primera fase del ayuno el cuerpo consume glucosa y glucógeno hepático, en la segunda fase se produce una gluconeogénesis a partir de otros sustratos metabólicos, en la tercera fase se consumen sobre todo cuerpos cetónicos derivados de los lípidos acumulados en el organismo. En ningún caso se consumen las reservas vitales.
En el ayuno aumenta la diuresis, disminuye la retención de líquidos y se reabsorben los depósitos de colesterol en las arterias. Asimismo, se estimula la producción de mitocondrias, y con ello la eficacia del metabolismo energético y metabólico.
El ayuno despierta la capacidad de curación inherente al organismo humano. La energía que se ahorra en la digestión se canaliza hacia la curación. El ayuno es ‘terapia magna’.
La salud no es un acto médico, es un proceso biológico: es el cuerpo el que se cura mientras está ayunando. La salud es una conquista y el ayuno favorece la curación del organismo y al mismo tiempo la expansión de la consciencia.
La salud no es un acto médico, es un proceso biológico: es el cuerpo el que se cura mientras está ayunando. La salud es una conquista y el ayuno favorece la curación del organismo y al mismo tiempo la expansión de la consciencia.
En algunas enfermedades está contraindicado ayunar, por ejemplo, en pacientes con diabetes insulinodependiente, con enfermedades cardiacas graves, con insuficiencia renal grave, con antecedentes de perforación gastroduodenal, con tuberculosis diseminada, y con cáncer metástasis avanzadas y generalizadas.
Diferentes estudios e investigaciones científicas avalan los beneficios de la práctica del ayuno intermitente que limita la ingesta calórica a un número de horas concretas. Se trata de concentrar el consumo de comida en un periodo determinado del día.
Mientras durante el ayuno el cuerpo realiza un repaso a las zonas afectadas aparecen antiguos dolores o crisis olvidadas o anuladas que necesitan de una curación o sanción mas profunda. Son las crisis de desintoxicación y autocuración. El dolor lleva consciencia a las zonas de las que no éramos conscientes.
Al disminuir la glucosa en sangre, baja la insulina, y, por el contrario, suben las hormonas contrarreguladoras que regulan el metabolismo como el glucagón, la adrenalina, el cortisol y la hormona del crecimiento. Son los cambios fisiológicos que ocurren durante el ayuno.
En la tercera fase del ayuno ocurre un catabolismo de los lípidos donde aparecen los triglicéridos que se descomponen en ácidos grasos libres y glicerol.
El Ciclo de Krebs, en la matriz mitocondrial, es una sucesión de reacciones químicas que forma parte de la respiración celular y donde es liberada la energía almacenada a través de la oxidación del acetil–CoA derivado del metabolismo de los carbohidratos, los lípidos y las proteínas.
Durante el ayuno hay un descenso del metabolismo y cambian los parámetros del magnesio, el calcio, el fosfato, la bilirrubina y las transaminasas.
El ayuno tiene efectos beneficiosos en todos los órganos del aparato digestivo: el estómago, el páncreas, el hígado, la vesícula biliar y el intestino, y además contribuye a la diversidad de la microbiota intestinal. Este aumento de la diversidad de la microbiota es un signo muy positivo de salud.
El ayuno estimula la producción de células nerviosas a partir de células madre del hipocampo y aumenta el número de mitocondrias (mitogénesis).
El ayuno aumenta la capacidad del sistema inmunitario, un sistema de homeostasis (equilibrio) del organismo que responde y hace frente a los agentes externos perjudiciales o patógenos.
En el ayuno descienden el colesterol (en general), los triglicéridos, los radicales libres y los marcadores inflamatorios como el IGF-1. Se reduce también la tensión arterial y las hormonas mitogénicas, que abren la vía a las enfermedades degenerativas como el cáncer.
A través del ayuno recuperamos la energía vital. El ayuno despierta la fuerza vital de la naturaleza, la vis medicatrix naturae, latente en nuestro organismo.
Es preciso durante el ayuno, especialmente durante los ayunos largos, tener en cuenta una serie de consejos para que la terapia sea más efectiva y el proceso de ayuno sea más agradable, entre ellos hay que tener en cuenta que hay que beber más de un litro o litro y medio de agua al día. Igualmente recomendable el contacto con la naturaleza y el “ayuno de noticias”.
Es importante ayunar bajo el control de un profesional especializado en la supervisión de ayunos que transmita confianza y serenidad y sepa responder ante las crisis de desintoxicación.
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